1. Crecimiento en la producción agrícola.
Actualmente en el mundo se lleva produciendo muchos productos agrícolas genéticamente modificados, entre ellos se puede citar la soya, el maíz, el algodón, el trigo, la papa y otros. Con el paso de los años ha ido aumentando la producción de este tipo de alimentos e incluso ha reemplazado a los productos orgánicos. Entre los objetivos que tienen estos alimentos están el aumento de producción reduciendo los costos que significaba el ataque de plagas o los cambios en el clima que imposibilitaban producir el total de los cultivos. En Bolivia se lleva produciendo la soya transgénica resistente al herbicida Glifosato desde el 2005 y se pretende analizar cuál fue su incidencia en la economía.
Durante la emergencia sanitaria que se vivió por el Covid-19 en todo el mundo, los países empezaron a elaborar políticas de contención para la difícil situación económica de su población, al menos en América Latina, muchos países resultaron demasiado afectados porque ya sufrían una crisis desde hace años atrás. Muchos economistas pronostican una crisis que afectará a todo el mundo y los países más afectados serán los que se encuentran en vías de desarrollo. Los países pobres temen enfrentar escases de alimentos en los años futuros por lo que la producción de alimentos transgénicos se vuelve una alternativa para afrontar esta posible situación.
El crecimiento de la producción agrícola mediante la utilización de semillas transgénicas es una oportunidad que tendría Bolivia para afrontar una posible escases de alimentos y además aumentar las exportaciones.
2. Rechazo de algunos países a los productos transgénicos.
Si bien, entre los objetivos de producir alimentos transgénicos está generar una producción más grande a menores costos, existe susceptibilidad sobre su inocuidad, es decir, existen dudas si afectan a la salud y el medio ambiente.
Aunque los científicos afirman que no son dañinos para la salud, en cuanto al medio ambiente se produjeron algunas externalidades. Los tansgénicos BT producen la proteína Cry que matan a los insectos que intentan comerse a las plantas, pero también matan a mariposas y abejas que son muy importantes para el medio ambiente. Los transgénicos resistentes a herbicidas provocan que los herbicidas sean cada vez más fuertes y afecten a los cultivos orgánicos. Por estos y otros motivos muchos países protegen su agricultura e imponen normas muy duras para evitar su producción o su comercialización,
Si Bolivia intenta exportar productos transgénicos podría toparse con la legislación de los demás países y salir perjudicado.
3. La soya transgénica en Bolivia.
En Bolivia se lleva produciendo la soya genéticamente modificada en su evento 40-3-2 resistente al herbicida Glifosato desde el 2005, aprobado durante el gobierno de Carlos D. Mesa, pero se hicieron pruebas desde 1998.
Desde su aprobación, la producción de soya transgénica fue creciendo y reemplanzando a la soya orgánica, sin embargo, los ingresos percibidos por su exportación no crecieron a gran escala como se esperaba.
Los movimientos ambientalistas fueron los que más se opusieron en 2005 y también en 2020 por el Decreto Supremo 4232. El argumento principal es que el agronegocio se estaría apoderando de Bolivia dejando de lado las consecuencias que tienen los alimentos transgénicos sobre la salud y el medio ambiente.
4. Legislación boliviana sobre los transgpenicos.
El inciso 8 del parágrafo II del artículo 255 de la Constitución Política del Estado, establece:
"Seguridad y soberanía alimentaria para toda la población; prohibición de importación, producción y comercialización de organismos genéticamente modificados y elementos tóxicos que dañen la salud y el medio ambiente".
Al promulgar el Decreto Supremo 4232 en mayo de 2020 se estaría excluyendo lo que indica la Constitución Política del Estado y se argumenta con otras normas.
El Decreto Supremo 4232 en su único artículo establece:
"De manera excepcional se autoriza al Comité Nacional de Bioseguridad establecer procedimientos abreviados para la evaluación del maíz, caña de azúcar, algodón, trigo y soya, genéticamente modificados en sus diferentes eventos, destinados al abastecimiento del consumo interno y comercialización externa".
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